martes, 19 de marzo de 2013

Cabral


Soy la suma de lo que me ha enamorado, es decir la belleza dramática de Bolivia, la noche que la continúa, las nueces, las uvas, el queso, los prolijos labe­rintos de Borges, la inocencia de Ana que aún no se dio cuenta de que es una mujer, la nieve en la Suiza de Paul Klee, el café del Dublín que nunca fue de Joyce, la Piazza Navona donde siempre encuentro un alemán o una ru­mana para compartir a Rilke, a Eliot, a los antiguos chinos, la Grecia de Plotino, la Florencia que caminé con la Elke que se fue con el ruso, el Toledo que me enseñó Waldo de los Ríos, la leña ardiendo en el invier­no europeo y la carta de mi querida sudamericana, las ideas nuevas, los antiguos maestros, el africano donde recupero mi perdido y antiquísimo sonido, la noruega donde descubro mi verdadera identidad, las maravillas del amor y de la libertad asociadas, el fuego, el bendito fuego, el sagrado fuego, la paz, que tal vez sea fuego quieto, el pez de donde vengo, la estrella adonde voy.


 -Facundo Cabral-

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