Soy la suma de lo que me ha enamorado, es decir la belleza dramática de
Bolivia, la noche que la continúa, las nueces, las uvas, el queso, los
prolijos laberintos de Borges, la inocencia de Ana que aún no se dio
cuenta de que es una mujer, la nieve en la Suiza de Paul Klee, el café
del Dublín que nunca fue de Joyce, la Piazza Navona donde siempre
encuentro un alemán o una rumana para compartir a Rilke, a Eliot, a los
antiguos chinos, la Grecia de Plotino, la Florencia que caminé
con la Elke que se fue con el ruso, el Toledo que me enseñó Waldo de
los Ríos, la leña ardiendo en el invierno europeo y la carta de mi
querida sudamericana, las ideas nuevas, los antiguos maestros, el
africano donde recupero mi perdido y antiquísimo sonido, la noruega
donde descubro mi verdadera identidad, las maravillas del amor y de la
libertad asociadas, el fuego, el bendito fuego, el sagrado fuego, la
paz, que tal vez sea fuego quieto, el pez de donde vengo, la estrella
adonde voy.
-Facundo Cabral-
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